Manual de Filosofía en español

Hetería soteriológica / Individuo flotante

Nos atenemos al principio según el cual la formación de la individualidad personal carece de posibilidad y aun de contenido al margen de todo sistema de clases (arquetipos culturales, familiares, profesionales, etc.) históricamente determinadas, a las cuales han de pertenecer los individuos. El individuo, en efecto, es siempre correlativo a una clase (distributiva y atributiva) y, por tanto, consideramos como mera tesis metafísica toda pretensión de tratar al individuo y a los procesos de individuación como algo que tuviese sentido sustantivo, fuera de todo enclasamiento histórico o, aun dentro de él, como algo que pudiese abrirse camino por sí mismo, como si la individuación tuviese sentido antropológico intrínseco, incluso cósmico. Así lo pensaron Schelling, H. Spencer, E. Fromm, etc. La individuación personal, sin embargo, tendría más que ver con el ejercicio de un proceso operatorio que sólo es viable en el seno de unos esquemas ya abiertos históricamente, por tanto, en el seno de una tradición. Según esto, la individuación si aumenta o disminuye, no lo hará en función de la desaparición progresiva de los enclasamientos, sino, por el contrario, en función de la variación de éstos, de la capacidad del individuo para, desde una clase, pasar a otra, mantenerse en su conflicto, producir intersecciones nuevas, etc. En este sentido, “las crisis de la personalidad” no habría que enfocarlas –cuando alcanzan una dimensión histórica– como consecuencia de una liberación del individuo respecto de las clases a las cuales pertenece, sino, por el contrario, muchas veces incluso, como consecuencia de una acumulación de estos enclasamientos envolventes en tanto pueden tener más probabilidad de neutralizarse mutuamente, dejando al individuo no ya libre (en un sentido positivo, moral), sino indeterminado e irresponsable; no ya tanto disponible para emprender cualquier camino, sino débil y enfermo para emprender ninguno. No es el miedo a la libertad –concepto puramente metafísico– lo que impulsa a muchos individuos a acogerse a una obediencia fanática: es la disolución de todo enclasamiento firme, la indiferencia ante los arquetipos o estilos de vida, en tanto han sido devaluados o neutralizados por otros arquetipos opuestos. Según esto, hablamos de individuos flotantes, como individuos que dejan de estar asentados en la tierra firme de una personalidad ligada a un tejido de arquetipos regularmente interadaptados. Las individualidades flotantes resultarían de situaciones en las cuales desfallece, en una proporción significativa, la conexión entre los fines de muchos individuos y los planes o programas colectivos, acaso precisamente por ser estos programas excesivamente ambiciosos o lejanos para muchos individuos a quienes no les afecta, por ejemplo, que “el romano rija los pueblos para imponer la justicia” [310]. Situaciones en las cuales comienza a darse el caso en que muchos individuos, sin perjuicio de poseer ya una biografía o curso personal, no encuentran la conexión con los planes vigentes, de cualquier tipo que sean, planes capaces de imprimir a sus fines propios un sentido peculiar. Ello, según esta hipótesis, no necesariamente porque no existen estos planes colectivos, o porque la soledad del individuo les aparte de ellos, sino porque llegan a ser superabundantes y se neutralizan ante situaciones individuales determinadas. Ahora bien: insolidarios de estos planes o programas colectivos, o bien sometidos a solidaridades incompatibles, las individualidades comenzarán a flotar en la gran ciudad, sin rumbo ni destino propio. Sobre todo: al perder su capacidad moldeadora, los planes y estructuras colectivas (familiares, religiosas, políticas) –y acaso la pierden precisamente por la magnitud ecuménica de su desarrollo– que confieren un sentido (un destino) personal a cada individualidad corpórea, integrando su biografía, haciéndola en cierto modo necesaria y no gratuita, los contenidos individuales (biográficos) comenzarán a aparecer como superfluos (“de sobra”, para emplear la expresión de Sartre) desconectados entre sí, desintegrados, contingentes (“libres”, dirán algunos).

Individuo y Persona